Uno de los libros más profundos que he leído en
mi vida, es el título mencionado.
El Evangelio de Acuario es un libro publicado en 1908. Su título completo es: El evangelio de la era de Acuario de Jesús, el Cristo de la era de Piscis. Fue escrito por Levi H. Dowling a fines del siglo XIX. Dowling afirma haberlo transcrito de los registros akásicos, materia sutil que habría conseguido percibir tras practicar meditación durante 40 años. Afirma que es la historia verdadera de la vida de Jesús, incluyendo los dieciocho años «perdidos», es decir, de los 12 a los 30 años, los años no relatados en el Nuevo Testamento.
El Evangelio de Acuario es un libro publicado en 1908. Su título completo es: El evangelio de la era de Acuario de Jesús, el Cristo de la era de Piscis. Fue escrito por Levi H. Dowling a fines del siglo XIX. Dowling afirma haberlo transcrito de los registros akásicos, materia sutil que habría conseguido percibir tras practicar meditación durante 40 años. Afirma que es la historia verdadera de la vida de Jesús, incluyendo los dieciocho años «perdidos», es decir, de los 12 a los 30 años, los años no relatados en el Nuevo Testamento.
Este texto se considera un evangelio apócrifo, aunque
—a diferencia del resto de evangelios apócrifos— fue escrito en época reciente.
He aquí una de los capítulos más impresionantes:
“ VIDA Y TRABAJOS DE JESÚS EN INDIA, TIBET,
“ VIDA Y TRABAJOS DE JESÚS EN INDIA, TIBET,
INDIA OCCIDENTAL, PERSIA, ASIRIA, GRECIA Y EGIPTO
Antes de salir de viaje, el joven Jesús entró en el
taller de carpintería de José, su Padre, acompañado de éste y le enseñó la caja
de herramientas que usaba para trabajar y le explicó una a una, la manera y el
modo en que se usaban, pero el joven Jesús las vio y sonriendo le dijo a su
padre:
"Estas herramientas me recuerdan las que usamos
nosotros en el taller de la mente en donde todas las cosas son hechas y donde
todas las cosas son enseñadas y donde construímos el carácter.
Usamos la escuadra para medir todas las líneas, para
enderezar los lugares torcidos del camino y para hacer las esquinas de la plaza
de nuestra conducta.
Usamos el compás para dibujar círculos, para cercar
nuestras pasiones y nuestros deseos, para poderlos mantener dentro de los límites
de la rectitud.
Usamos el hacha para cortar los travesaños, aquello
que es inútil y que no nos interesa y hacer de nuestro carácter algo simétrico.
Usamos el martillo para empujar la verdad en nuestros
hogares y dejarla clavada en cada parte de nuestro ser.
Usamos la plana para suavizar lo que es áspero, para
equilibrar las superficies que no lo son, para unir las juntas y los bloques
del plano que nos permite marchar seguros hacia el templo de la verdad.
El cincel, la línea, la plomada y el serrucho, todos
tienen su uso en el taller de la mente. Y así hasta esta escalera con sus tres
peldaños significa la fe, la esperanza y el amor por los que escalamos hasta la
cima de la pureza en la vida.
Y en la escalera más grande, aquella de doce peldaños,
es por la que ascendemos, mientras empleamos el tiempo de nuestra vida, hasta
llegar al Templo del Hombre Perfeccionado."
Y dicho esto, el joven Jesús se dispuso a viajar hacia
la India.
Ya estando en ella, entre los sacerdotes de Jagannath,
ciudad de la India, había uno que amaba al joven judío. Lamaas Bramas era el
nombre por el cual era conocido ese sacerdote.
Un día, mientras Jesús y Lamaas caminaban por la plaza
de Jagannath, Lamaas dijo : "Mi Maestro judío, ¿qué es la verdad?"
Y Jesús dijo : "La verdad es la única cosa que no
cambia.
En todo el mundo sólo hay dos cosas. Una es la verdad,
y la otra es la falsedad. La verdad es aquello que es. La falsedad es aquello
que parece ser.
Ahora, la verdad lo es todo, y no tiene causa, pero
sin embargo, es la causa de todo.
La falsedad es nada, y sin embargo es la manifestación
de todo.
Todo lo que ha sido hecho, será desecho. Lo que tuvo
un comienzo debe tener un final.
Todas las cosas que son vistas por los ojos humanos
son la manifestación de todo, y sin embargo, son nada, de manera que deben
pasar. Las cosas que vemos no son sino un reflejo de algo que aparenta ser,
mientras los éteres vibran de un modo u otro, pero cuando las condiciones
cambian, esas cosas desaparecen.
El Gran Aliento es verdad. Es lo que era, lo que es, y
lo que será siempre. No puede cambiar, ni tampoco pasará."
Entonces Lamaas dijo : Respondes muy bien. Pero,
ahora, ¿qué es el hombre?
Y Jesús dijo: "El hombre es la verdad y la
falsedad extrañamente mezcladas.
El hombre es el aliento hecho carne, de manera que la
verdad y la falsedad se han conjugado en él, y ellos luchan. La nada se hunde y
se vuelve nada, mientras que el hombre como verdad permanece."
De nuevo Lamaas preguntó : ¿"Qué dices acerca del
poder?"
Y Jesús dijo : "Es algo manifestado. Es el
resultado de la fuerza. No es sino nada, Es una ilusión, nada más. La fuerza no
cambia, pero el poder cambia cuando cambia los éteres.
La Fuerza es la Voluntad de Dios y es Omnipotente,
mientras que el Poder esa Voluntad manifestada, dirigida por el aliento.
Hay un poder en el vientre, un poder en las olas, un
poder en la fuerza del relámpago, un poder en el brazo humano, un poder en el
ojo.
Los éteres causan estos poderes y son enseñados por el
Angel que es el Elohim al hombre para que mediante su pensamiento dirija la
fuerza y actúe por ella; pero cuando este trabajo es hecho el poder ya no
existe más."
De nuevo Lamaas preguntó: "Y del entendimiento,
qué tienes que decir?"
Y Jesús dijo: "Es la roca sobre la cual el hombre
se construye a sí mismo; es la gnosis del todo y de la nada; de la falsedad y
de la verdad.
Es el conocimiento del ser inferior; es el sentir los
poderes del hombre en uno mismo."
De nuevo Lamaas preguntó: "Y de la sabiduría, qué
tienes que decir?"
Y Jesús dijo: "Es la conciencia del hombre en el
todo. La conciencia de que ese hombre es todo; que Dios y el hombre son uno.
Que la nada es nada; que el poder no es sino ilusión;
que los cielos y la tierra y el infierno no están ni arriba ni abajo ni
alrededor, sino dentro de nosotros; que la luz del todo se convierta en nada y
que Dios lo es todo."
Lamaas preguntó: "Qué es la fe?"
Y Jesús dijo: "La fe es la seguridad de la
omnipotencia de Dios y del hombre; la certitud de que el hombre alcanzará la
vida divina.
La Salvación es una escalera que va desde el corazón
del hombre hasta el corazón de Dios.
Esa escalera tiene tres peldaños: Creencia es el
primero, y esto es que lo que el hombre piensa tal vez sea verdad.
Y fe es la próxima, y esto es, que lo que el hombre
sabe es verdad.
Florecimiento es el último, y esto es, que el hombre
mismo es la verdad.
La creencia se pierde en la fe y esta en el
florecimiento se pierde; así el hombre es salvado cuando ha alcanzado la vida
divina y cuando el y Dios son uno."
Y así el joven Jesús viajó por muchas tierras, durante
los llamados "años perdidos" . Después de La India vino el Tibet y la
India Occidental, luego Persia, Asiria, Gracia y finalmente Egipto, desde donde
regresó a Judea a ejercer sus tres años que duró su ministerio.
Durante todo ese largo viaje por el mundo antiguo
Jesús enseñó en muchas partes y conoció a mucha gente.
En Persia, por ejemplo, entró cuando tenía ya unos 24
años. Allí, igual que siempre enseño y curó en muchos sitios. De lo que hizo en
Persia este es el resumen.
Jesús tenía 24 años de edad cuando entró en Persia, en
su camino de regreso hacia su hogar en Palestina.
Los sacerdotes y la clase gobernante no le dieron una
gran bienvenida, pues él les había criticado su crueldad hacia aquellos que se
encontraban en un estado inferior. En el momento de entrar en Persépolis, la
capital de Persia, donde estaban enterrados los reyes de Persia, la ciudad de
los grandes magos Hor, Lun y Mer, los tres sabios de Persia.
Esos mismo que hacía ya, veinticuatro años, habían
visto brillar la estrella de la esperanza sobre Jerusalem, y quienes habían
viajado al oeste para conocer al niño-rey que acababa de nacer. Ellos fueron
los primeros en honrar a Jesús, como el Maestro de esa Edad, y le dieron
regalos de oro, incienso y mirra. Estos magos sabían, por esos modos con que
los maestros siempre saben las cosas, que Jesús un día se acercaría Persépolis
y que, entonces, ellos se encontrarían con él.
Y así fue, cuando ellos se encontraron una luz más
brillante que la luz del día, les rodeó, y aquellos que los vieron y que podían
ver, vieron a cuatro hombres reunidos, que más que hombres parecían dioses o
ángeles.
Ahora, Hor y Lun eran hombre de mucha edad y Jesús los
colocó encima del animal que cabalgaba rumbo hacia Persépolis, mientras que Mer
conducía el camino.
Cuando hubieron llegado al hogar de los magos, todos
se regocijaron y Jesús les contó la increíble historia de su vida, y los tres
sabios guardaron silencio y sólo miraban al cielo y sus corazones daban gracias
a Dios.
Otros tres grandes hombres sabios, también se
encontraban en Persépolis y venían desde el norte. Ellos eran Kaspar, Zara y
Melzone. Kaspar era el más sabio de los magos que habitaban en la tierra de la
magia, Persia. Estos tres últimos estaban en la casa de Hor, Lun y Mer cuando
llegaron con Jesús.
Por siete días, estos siete hombres no hablaron, sino
que sentaron en silencio en el salón de reuniones del hogar, en íntima
comunicación y en una extraña Hermandad Silente.
Ellos pidieron luz, y revelación y poder. La ley y los
preceptos de la edad que había de venir, requería de toda la sabiduría de los
maestros del mundo.
Entonces, pasados esos día se organizó una fiesta en
honor del joven maestro judío. En medio de esa celebración el más viejo de los
maestros magos, se levantó y dijo : "Dentro de estas paredes hay libertad,
así que quien quiera hablar que hable."
Y Jesús se levantó y dijo : "Mis hermanos y
hermanas, Hijos de nuestro Dios Padre-Madre : Benditos son ustedes entre los
hijos de los hombres porque ustedes tienen concepciones tan acertadas sobre el
Santo Uno y el Hombre.
La pureza de su adoración a Dios y sus vidas es
placentera a los ojos de Dios y a los ojos de Zaratustra, bendito sea también.
Muy bien les digo a todos, hay sólo un solo Dios, de
quien todos los otros grandes Seres, los Siete Espíritus, han emanado y han creado a los cielos y la
Tierra; y que el modo como se manifiestan estos grandes seres son a través del
sol, la luna y as estrellas.
Pero, en sus libros sagrados leemos que entre esos
grandes sietes, hay dos de fuerza muy superior, uno que creó todo el bien, y
otro que creó todo el mal. Y yo les pregunto, honorables maestros, díganme
¿cómo puede surgir el mal de aquellos que es todo bondad?"
Uno de los magos se levantó y dijo : "Si tú me
respondieras, todos tus problemas estarían resueltos. Todos nosotros
reconocemos que el mal existe. Y sea lo que sea el mal, éste debe tener una
causa. Si Dios, el único, el Santo Uno, no creó este mal, dónde está el dios
que lo hizo?"
Y Jesús dijo : "Todo lo que el Dios único, el
Santo UNO ha hecho es bueno, y tal y como es la primera gran causa, los siete
grandes espíritus son todos buenos, y todo lo que ha surgido de sus creadoras
manos es también bueno.
Ahora, todas las cosas creadas tienen un tono, un
color y una forma que les son propias; pues ciertos tonos y colores, aunque son
puros y buenos, cuando se mezclan crean tonos discordantes y desarmónicos.
Y ciertas cosas, aun cuando son puras y buenas, cuando
se mezclan producen cosas discordantes, impuras, venenosas. Son las cosas que
el hombre llama malignas.
Así que el mal es la mezcla discordante e inarmónica
de colores, tonos y formas benignas.
Ahora, el hombre no lo sabe todo y además, tiene libre
albedrío. El tiene poder y lo usa para mezclar las cosas buenas de Dios, en una
multitud de modos y maneras en las que, cada día, crean sonidos discordantes y
cosas malignas.
Y cada tono y cada forma que así se pervierte y se
enferma, se convierte en una malignidad viviente, en un demonio o entidad del
mal que no es más que un espíritu del bien que se ha envilecido de muchos
modos.
Así el hombre crea sus propios diablos y luego se
vuelve temeroso de ellos y le huye, pero los demonios del hombre son las sombras
que le siguen siempre y envuelven al hombre en un fuego torturador.
Los demonios y los fuegos torturadores, son ambos, el
producto del hombre y nadie puede librar al hombre de ellos, sino el hombre
mismo que los hizo."
Entonces Jesús permaneció de pie en silencio en medio
de los magos de Persia y ninguno pudo responderle.
Cuando eso ocurrió, el se marchó sólo a un lugar
secreto a orar.
Luego de un tiempo el trabajo de Jesús en Persia
terminó, se despidió de los sabios Magos que le acompañaron y se dispuso a ir a
Asiria, junto al Mar Caspio, la tierra que fue la cuna de la raza de Israel.
Allí en Ur, en Caldea el lugar donde nació Abraham, él permaneció por un tiempo
y cuando él le dijo a la gente quién era a qué había venido, muchos vinieron a
su lado para hablarle.
Y mientras él hablaba en Caldea, Asbhina, el sabio más
sabio de toda la Asiria se mantuvo de pie junto a él. La gente vió esto y se
extrañó que su hombre más sabio rindiera tributo a Jesús. Entonces Asbhina el
sabio dijo : "¡Mis hijos de Caldea! Oigan esto, porque frente a ustedes
está un santo. Ustedes son benditos hoy, porque está frente a ustedes un
profeta del Dios Viviente, y él ha venido a hablarles. Escuchen lo que este
joven maestro tiene que decirles, porque son las palabras que Dios ha puesto en
su boca."
Y entonces Jesús y el sabio caldeo fueron de pueblo en
pueblo y de ciudad en ciudad de Caldea, por toda la tierra entre el Tigris y el
Eufrates. Y a todo lo largo Jesús sanó a los enfermos y enseñó al ignorante
Así llegaron a las ruinas de Babilonia, caminaron entre los palacios derrumbados,
transitaron por las calles donde Daniel y los hijos de los hebreos fueron
testigos vivientes de la fe; y vieron a los hijos de Judá, vistiendo harapos en
sus villas destrozadas sin poder reir, ni cantar.
Y entonces Jesús alzó sus manos y dijo :
"¡Contemplad la grandeza de los trabajos del hombre! El rey de Babilonia
destruyó el Templo del Señor en la vieja Jerusalem, quemó a la ciudad santa,
encadenó a mi gente y a mi raza, y los trajo aquí como esclavos.
Pero llegó la retribución. Porque lo que fuere que el
hombre haga, eso mismo otros hombres justos le harán a él. El sol se ha
marchado de Babilonia, las canciones de placer no serán escuchadas más entre
estas paredes.
Y cada una de las criaturas impuras y de las cosas que
se arrastran hallará su hogar en estas ruinas."
Y así, en el
viejo Templo de Belus, Jesús y el Sabio asbhina, permanecieron de pie
silenciosamente.
Entonces Jesús habló y dijo : "Contemplad este
monumento al error y a la vergüenza. El trató de estremecer el trono de Dios y
trató de eregir una torre para alcanzar el cielo y lo único que alcanzó fue la
confusión y la ignorancia. Y hoy, en esta tierra de Baal, sólo hay tristeza y
sufrimiento."
Luego Jesús fue a Grecia, atravesando el Monte
Carmelo; y fue muy bien recibido por los Atenienses. Allí se encontró con
Apolo, con quien habló largamente y luego se dirigió a los maestros griegos en
el anfiteatro. Después de un tiempo llegó a Egipto, donde habitó entre los
maestros del misterio egipcio y pasó las siete grande pruebas del hombre santo.
Estas pruebas fueron La prueba de primer grado, la sinceridad, la del segundo
grado la justicia; la de tercer grado la fe, la de cuarto grado la filantropía;
la de quinto grado el Heroísmo, luego pasó la del sexto grado que es la prueba
del amor divino, convirtiéndose así en el discípulo del hierofante, quien le
enseñó todos los grandes misterios de Egipto y finalmente recibió el séptimo
grado, el más alto grado, el grado crístico y al momento de coronarlo como tal
el hierofante egipcio dijo:
"Jesús, hermano, el más excelente de los hombres,
en todas las pruebas del templo has salido victorioso. Seis veces has
permanecido de pie frente a la barra de los jueces eternos y seis veces has
salido ganador. Hoy recibes el honor más alto que hombre alguno pueda recibir,
al tomar el último grado.
Sobre tu frente coloco esta diadema, y así, ante los
Cielos y la Tierra y ante la Gran Logia de Maestros, tú eres el CRISTO. Este es
tu gran rito de PASCUA. No eres más un neófito, sino que eres un maestro de la
mente. De ahora en adelante, ya no hay hombre alguno que pueda hablarte nada,
sino que Dios mismo te hablará y confirmará tu título y tu grado.
Vete ahora, pues debes predicar el evangelio de la
buena voluntad entre los hombres de la tierra.
Tú abrirás las puertas que aprisionan al hombre y lo conducirás a la
libertad."
Y mientras el Hierofante hablaba, las campanas del
templo sonaron vibrantes y una paloma blanca descendió de lo alto y se posó
sobre la cabeza de Jesús; y entonces, una voz que estremeció el templo mismo,
dijo "ESTE ES EL CRISTO" y todas y cada una de las criaturas
vivientes dijeron Amén.
Las puertas del templo se abrieron de par en par y el
nuevo Logos reinició su viaje como un conquistador.“