Temprano,
temprano,
Antes
de que el sol abrasador de Agosto en Virginia ,
me
dejara sin aliento y acabara con mis fuerzas.
Durante
un momento de descanso,
me
senté en el césped,
mirando
al horizonte, cercano,
cercado
por las copas de los árboles vecinos.
Arranqué
una hoja de hierba, me la puse en los labios brevemente, y era amarga. La miré,
Estaba erguida y tenia forma de lanza. Si la acaricias por la parte de atrás,
en sentido descendente, puedes notar los minúsculos pelitos, como diminutas espinitas que van raspando tu
piel.
La
miré. Y le dije - tu estas contenida en el pensamiento de Dios, al igual
que yo. Somo iguales en esto. Pero tu no lo sabes, y yo si. Yo te contengo a ti
en mi consciencia, porque te se. Pero tu vida no depende de la mia, ni la mía
de la tuya. Aun así, los dos somos olas en el océano de la existencía. Los dos
somos importantes, aunque yo te se a ti, pero tu no a mi. Esta es la única
diferencía-
La dejé
en el suelo y seguí acuchillando a sus hermanas.
Yaciendo
se quedó, en el suelo abandonada, sin saber que había tenido el privilegio de
haber sido escogida de entre millones, por un ente de consciencia superior,
para conversar y ser objeto de filosofía.
Pero
ahora, horas después pasadas, cuando ya debe de estar seca y marchita, estoy
empezando a comprender, que el afortunado fuí yo.
Preciosa reflexion, querido hermano Juan. Te felicito.
ReplyDeleteUn abrazo.
Gracias Leo.
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